La fachada en arquitectura es la cara visible de la vivienda que forma parte del contexto urbano, es la que comparte su impronta con “los otros”, con el barrio, con la ciudad.
Es decir, de alguna manera, se la “apropia” el conjunto de la sociedad.
Ahora bien, con la evolución de la luz en estos espacios vemos reflejada la historia de la sociedad moderna.
Actualmente, las grandes ciudades del mundo buscan tener un “perfil nocturno reconocible”, ser símbolos luminosos impactantes; pensemos que con solo ver algunos edificios en la noche reconocemos que se trata de “Puerto Madero”, de “Caminito” o de la ciudad de “Nueva York”.
En los proyectos arquitectónicos siempre consideramos el vínculo entre el afuera y el adentro. Los edificios transparentes se transforman por la noche en apariciones que irradian luz desde adentro hacia fuera. El concepto de iluminación de los espacios interiores trasunta al exterior, y la manera de iluminar los espacios exteriores lo debe tener en cuenta.
Tanto en el espacio urbano condensado de las ciudades como en el entorno de los edificios privados, se le plantean a la iluminación requisitos crecientes en cuanto a precisión, eficiencia energética y confort visual.
El medio ambiente visual para el ser humano consiste en como cada persona construye la realidad, en parte a través de nuestros sentidos (psicología de la percepción) y de nuestra cultura; en definitiva de lo que somos. Es decir, nuestras emociones, sentimientos y valores estéticos construirán la realidad de cada uno de nosotros.
Estos aspectos son muy difíciles de medir, ¿cuál va a ser la valoración estética que cada uno de nosotros haga de un espacio determinado?
De esta manera el medio ambiente está constituido por el espacio y por los elementos que se hallan en él; los mismos se verán a partir de la luz, la cual los definirá de diferentes maneras según su cantidad, distribución y tipo.
En el espacio es el hombre el que resignificará estos elementos a partir de lo que genere la luz en sus estímulos, tanto a partir de sus funciones visuales con distintos grados de complejidad, como de funciones perceptuales y cognitivas de asignación de significados y de asociación.
La particular combinación de estos valores pauta la manera de leer los espacios, en cada uno de nosotros.
Para enriquecer aún más el cuadro, podemos agregar también que hay 5 factores físicos de la visión, externos al ojo, que revisten una importancia primordial en la determinación de la capacidad de “ver”.
Estos factores externos principales son: tamaño, contraste, tiempo, luminancia y color.
La optimización de estos factores determinaría el máximo rendimiento alcanzable, pero no garantiza que ese rendimiento sea percibido por “el espectador”
Determinar con la mayor precisión posible las relaciones entre los factores puede permitir establecer criterios para prescribir la cantidad y tipo de iluminación necesario.
Tengamos en cuenta que la iluminación confiere “el carácter” a los espacios. El mismo puede ser dramático, interesante, espectacular, sensible, impresionante, sencillo, simple, funcional. Esto se logra en distintos tipos de espacios: en las calles, en las veredas, plazas, parques, espacios parquizados, espacios privados, etc.
La iluminación se torna en un medio de comunicación, de transmisión de información y significado y a veces lo utilizamos como un medio de manipulación.
El diseño de iluminación es un proceso creativo, forma parte de éste dar soluciones que posibiliten el uso de los espacios diseñados a partir de que el usuario pueda disfrutar de él, obteniendo el máximo de satisfacción posible y pueda usar ese espacio de manera segura. Lograr un diseño adecuado es mucho más que calcular niveles de lux/m2 según lo que las normativas vigentes exijan para realizar una tarea específica.
Cuando hablamos de iluminación de fachadas estamos incluyendo la iluminación estética y funcional del edificio, sus estructuras, sus áreas parquizadas, sus jardines y la iluminación de puntos de interés específicos, tales como esculturas, árboles, fuentes, estanques, espejos de agua. En definitiva se trata de poner el acento en brindar condiciones adecuadas de iluminación, sin descuidar 3 aspectos fundamentales, logrando el equilibrio entre: 1- el proyecto arquitectónico, 2- lo que el comitente nos solicita y 3- considerar que la fachada pertenece a un espacio público.
Para concluir podemos decir que la iluminación hace mucho más que tornar visibles las cosas.
Por Arq. Pablo Schneider
Especialista en diseño de iluminación y en nuevas tecnologías